En la mitología griega ocupa el álamo un puesto destacado. Estaba dedicado al dios Hades, soberano del mundo de los muertos. El árbol brotó a la existencia a raíz del amor de Hades por Leuca, hija del dios del mar, Océanos. Al morir aquélla, Hades hizo surgir al álamo blanco en los Campos Elíseos, donde moraban las almas de los muertos.
En los días remotos y gloriosos de la Grecia
politeísta, posiblemente a consecuencia de estos mitos, el álamo se cultivaba
mucho en camposantos y monumentos funerarios.
Es también famosa la leyenda de las Helíades, hijas
del dios Helios, que se quedaron petrificadas al saber de la muerte de su
querido hermano Faetón (infligida por el poderoso Zeus) y se transformaron en
álamos.
El álamo blanco se hallaba presenta asimismo en ceremonias y ofrendas en honor de Dionisos, dios del vino y de la Naturaleza. Era costumbre que a aquéllos que se consagraban a este culto se les cubriera de hojas de álamo. En los mitos y leyendas griegas este árbol es mencionado tanto en ocasiones festivas relacionadas con la pujanza de la vida como en historias y aconteceres luctuosos donde aparece la muerte.
En los primeros juegos en Olimpia fue costumbre el
que a los vencedores se les coronase con ramas de álamo, práctica que algunos
autores atribuyen a la leyenda según la cual Heracles, uno de los héroes más
querido por los griegos, regresó del averno con una corona de ramas de álamo,
árbol por el que sentía predilección.
Ficha técnica.
Álamo o Populus.
Árbol de fronda de crecimiento rápido, copa ancha y ramas fuertes. Puede alcanzar un perímetro de un 1,5 y llegar a vivir 400 años. Presenta una corteza blancogrisácea en su juventud y gris oscura agrietada posteriormente.
La peculiaridad de que el álamo obtiene entre los
20 y 40 años una elevación de 20 metros y que, por consiguiente, resulta de
gran aprovechamiento, hace de él un árbol muy apreciado en la industria
maderera.
El álamo es un árbol propio de los bosques de llanuras inundadas y de los valles y ríos que los bordean. En las ciudades se lo planta a menudo en parques, avenidas y jardines. Cuando sopla el viento, es un delicado gozo admirar sus hojas plateadas mecerse en el aire como acordes cromáticos de una etérea sinfonía.
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